domingo, 21 de abril de 2013


Damas y caballeros:

La mera palabra "secreto" es repugnante en una sociedad libre y abierta. Y nosotros, como personas, nos oponemos intrínseca e históricamente a las sociedades secretas, a los juramentos secretos y a los procedimientos secretos. Y hay un grave peligro de que el anuncio de un necesario incremento de la seguridad sea aprovechado por aquellos ansiosos de expandir su significado a los límites de la censura y la ocultación oficial. Y me propongo a impedir eso por todos los medios de que dispongo. Y ningún oficial de mi administración, ya sea alto o bajo rango, civil o militar, deberá interpretar lo que estoy diciendo como una excusa para censurar las noticias, o ahogar la oposición, o para encubrir nuestros errores, o para apartar de la prensa y del público los hechos que merecen conocer.

Pero nos enfrentamos, a nivel mundial, a una despiadada y monolítica conspiración que confía básicamente en los medios secretos para extender su esfera de influencia. En la infiltración, en lugar de la invasión. En la subversión, en lugar de las elecciones. En la intimidación, en lugar de la libre elección, En guerrillas nocturnas, en lugar de ejércitos a la luz del día. Es un tejido que ha reclutado extensos recursos humanos y materiales, construyendo una densa red, una máquina altamente eficiente que combina operaciones militares, diplomáticas, de inteligencia, económicas, científicas y políticas. Sus preparativos son encubiertos, no publicados. Sus errores son enterrado, no anunciados en titulares. Sus disidentes son silenciados, no elogiados. No estoy pidiendo que vuestros periódicos apoyen a la Administración. Les pido ayuda para la difícil tarea de informar y alertar al pueblo americano. Porque tengo una total confianza en la respuesta y dedicación de nuestros ciudadanos una vez estén bien informados.

No quiero ahogar la controversia entre vuestros lectores, es más, le doy la bienvenida. Esta Administración pretende ser honesta con sus errores, porque, como dijo una ves un hombre sabio: "Un error sólo se convierte en equivocación cuando rechazas corregirlo" Pretendemos asumir la responsabilidad de nuestros errores. Y contamos con vosotros para apuntarlos si no los vemos. Sin debate, sin críticas, ningún país puede tener éxito, y ninguna república puede sobrevivir. Es por esto que el legislador ateniense Solón decretó que era un delito que los ciudadanos se cerrasen al debate. Y es por esto que la prensa está protegida por la Primera Enmienda. El único negocio de América al que la Constitución protege específicamente, no para entretener o divertir, no para insistir en lo trivial y lo sentimental, no para simplemente "dar al público lo que éste quiere", sino para informar, para inspirar, para reflexionar, para exponer nuestros peligros y nuestras oportunidades. Confiando en que, vuestra ayuda, el hombre será como debe ser por nacimiento: Libre e independiente.

John F. Kennedy